Buscar este blog

Mostrando entradas con la etiqueta novela. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta novela. Mostrar todas las entradas

sábado, 22 de agosto de 2015

Jorge Irribarren: la resaca de todo lo vivido

Tras la publicación de su primera novela, una explosión silenciosa sacudió los estantes de las librerías peruanas. Como para saldar una vieja deuda con la vida, el escritor arremetió con todo el poder de la escritura, le sacó el corsé a la estilística y se atrevió a escribir una novela que refleja la vida al límite de muchos jóvenes en la actualidad, que transitan entre discotecas, drogas y experiencias sexuales al límite,  pero que reciben a cambio un placer efímero y se dan de bruces con la soledad, el desamor y el vacío.

“No es una novela que exalta la juerga como forma de vida o un simple anecdotario de vivencias. Mi intención, como todo novelista, es penetrar a fondo en la realidad y develar realidades y carencias del país.  Los personajes, si bien es cierto viven al límite, son seres humanos que sufren y que ríen, que están en una especie de búsqueda existencial”, seña

El escritor Jorge Irribarren recuerda que fue en su adolescencia, en Miraflores, cuando comenzó a escribir poemas, mientras que iniciaba además, como todo joven peruano, la “educación sentimental” de la que hablaba Flaubert. Su generación tuvo como escenario la violencia terrorista, la crisis económica y el caos en el que vivió el país durante las décadas del ochenta y noventa. Y esos jóvenes golpeados por la crisis, encontraban un escape en los conciertos de rock subterráneo, en botellas de pisco o “encerronas” en hoteles apartados. A su manera, sufrían el drama del Perú, la misma patria que hoy –cuando el país vive una luna de miel con la economía, los grandes centros comerciales y las tarjetas de crédito– tiene como trasfondo la pobreza, la ignorancia, la corrupción y la violencia social.

“En mi novela hay una fuerte crítica social. En Lima, y en todo el país, hay gente que vive de apariencias, de disfraces. Buscan un ascenso y aceptación social vistiendo ropa de marca o comprando camionetas cuatro por cuatro, aunque se queden endeudados de por vida”, afirma el escritor. Y es verdad que la diversión se acaba, el trago se agota, las drogas se hacen humo y solo queda la soledad, el desamor, la tristeza…

“Muchos creen que la vida solo es juerga sin entender que la existencia pende de un hilo y que caminamos al borde de un abismo. Y en cuanto a mi novela, no solo hay juerga y diversión, sino que he tratado de ir más allá, mostrando que el ser humano siempre vive insatisfecho”, reflexiona el escritor, quien se salvó de morir en el incendio de la exclusiva discoteca Utopía en 2002, donde fallecieron asfixiados veintinueve jóvenes, hecho que también es mencionado en el libro.

“Yo estaba en la lista de invitados a esa fiesta. Fue muy doloroso lo que sucedió: varios amigos míos murieron allí, y todo por la negligencia de los dueños del establecimiento, que no tenía licencia de funcionamiento y donde no había extinguidores ni agua en los baños y las vías de escape estaban clausuradas”, comenta. 

Irribarren inició la redacción de Días de juerga en 2001. “Luego la abandoné y la novela quedó pendiente porque la historia me parecía falsa y el estilo demasiado flojo. Retomé el texto el año pasado y no paré hasta publicar. Escribí una nueva versión con una sexualidad explosiva, pero finalmente la versión impresa es más moderada. De hecho, la ´crítica oficial´ ha optado por el silencio. Pero yo me siento tranquilo porque no he abdicado en cuanto a la honestidad con la que hay que afrontar la literatura. Creo que con el libro cerré una etapa de mi vida”, declara el novelista.

Tras la publicación y presentación oficial de Días de juerga, Irribarren ahora radica en Alemania, en la ciudad de Biberach An Der Riß, en Baden-Wurttemberg, junto con su esposa Vera Sproll y su pequeña hija Franka donde prepara un nuevo libro, siempre pensando en el Perú. “Jamás dejaré de ser peruano”, concluye. (Por Nivardo Córdova Salinas)

miércoles, 22 de abril de 2015

Vida, pasión y juerga en la primera novela de Jorge Irribarren

(Días de juerga, Jorge Irribarren. Lima, Mastertaste, 2015)

Fotografìas: Mara Rabinara



“Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Esto es todo”. Para el escritor Oscar Wilde: “La vida moral del hombre forma parte del tema para el artista; pero la moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada.” 
Bajo esa perspectiva, con su novela “Días de juerga” Jorge Irribarren, inyecta un aporte fresco y vital en la literatura peruana, no solo porque es un retrato vivo de la Lima posmoderna –de cierta Lima, dirían algunos– sino porque va a contracorriente de aquellos recetarios que sostienen que el arte “tiene la obligación” de construir una sociedad más justa, o tiene “el deber” de… 
Con valentía, a sabiendas de que podría ganarse el rechazo de los puristas, Irribarren ha logrado un caleidoscopio donde, por momentos, la realidad parece superar a la ficción, pero evidenciando que ningún tipo de arte está obligado a ser un catálogo de recomendaciones sobre lo que debería ser la existencia.  La vida simplemente discurre, como el tiempo. 
En “Días de juerga” los personajes están buscando (o se están encontrando con) obstinadamentealgo: placer desmedido, felicidad instantánea, emoción al paso. Viven a cien por hora. Sin autocensura, sin pensar en las consecuencias. La protagonista, Andrea Vizconti –una joven perteneciente a una conservadora y acomodada familia limeña, residente de una casona del Olivar de San Isidro–, a los veinte años decide ir a estudiar a Madrid, ciudad donde la diversión es parte de la cotidianeidad.
Luego, ciudades como Ibiza y Amsterdam –donde la juerga puede no tener fin–,  la harán madurar con una intensidad inusual, moldeando su personalidad de una manera peculiarmente inesperada. Lima, su ciudad natal, así como sus amigos de infancia y adolescencia, siempre estarán allí, como si ella nunca se hubiese ido,  y la juerga será una constante también a su regreso. 
El otro protagonista, PieroGiannoli –quizá su más entrañable amigo–, pareciera ser que, por coincidencia o quizá a propósito, desde que ella deja Lima comienza a experimentar una vida de desaciertos aparentemente sin final.  
Ambos personajes tienen vidas paralelas que se juntan y alejan mientras los tiempos se mezclan entre recuerdos y remembranzas de las décadas de los ochenta y noventa,permitiendo al lector, conjuntamente con los personajes, interactuar en  lugares y con personas reales, analizar situaciones,discutir juicios de valor, hacer crítica social, así como experimentar costumbrismos que son parte del transcurrir de sus vidas en una Lima intensa, extrema, a veces decadente, a veces luminosa .
Al igual que el “bonus track”, otras sorpresas que vienen como en esta “opera prima” de Jorge Irribarren son: compartir bellas canciones(incluye soundtrack), revivir los inicios de la música electrónica, recordar grandes DJ´s, conversar con los personajes sobre sus problemas, frustraciones y alegrías, divertirse tanto en bares como en exclusivas fiestas y discotecas entre Lima, Madrid, Máncora, Ibiza y Amsterdam, así como experimentar el vértigo –muchas veces prohibido- de los tragos, las drogas, el sexo(narrado de manera explícita), la juerga desenfrenada, el amor y el desamor… 
Tal como sucede en las obras cumbres de la novelística peruana, tales como “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa, “Los ríos profundos” de José M. Arguedas o “El mundo es ancho y ajeno” de Ciro Alegría, en “Días de juerga” los personajes pretenden trascender más allá de su entorno cotidiano, ir más allá de lo establecido, romper límites, superar la resaca, subvertir el orden establecido para luego intentar retornar hacia el equilibrio.  Irribarren ha logrado crear y recrear un Perú donde los personajes, cada cual a su manera, viven su propio drama.