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domingo, 16 de septiembre de 2012

Pintor Mario Sierra Talaverano, discípulo del artista Víctor Humareda


Por Nivardo Córdova Salinas / nivardo.cordova@gmail.com
Publicado en el suplemento Semana del diario "El Tiempo" de Piura, págs 20-21

Lo conoció en la habitación 283 del “Lima Hotel”, en La Parada, donde el pintor Víctor Humareda Gallegos (Lampa, 1920 – Lima, 1986) tuvo su casa-taller desde 1955 hasta su muerte. Mario Talavera, trabajaba allí como ayudante de lavandería y terminó siendo no solo amigo sino uno de los más aplicados alumnos del genial pintor puneño. Este es su testimonio personal.

Mario Sierra, "único heredero del sillón de Sócrates” de su amigo y maestro el pintor Víctor Humareda.
Foto: Luz María Bedoya (Archivo personal Mario Sierra Talaverano)
“Humareda en su taller”, óleo de Mario Sierra Talaverano.
 Nótese el uso del color y la composición.
Mario Sierra Talaverano (1948) nació -"con el arte en la sangre", nos dice- en el pintoresco pueblo de Uranmarca (Andahuaylas, Apurímac) en el seno de la familia que fundaron los esposos Jorge Sierra Cochachi y Narcisa Talaverano Quesada. Sus primeros recuerdos son los colores intensos del cielo, la gama policromada de la cordillera de los Andes, los trajes típicos y las máscaras festivas, En ese recuerdo, los arpegios parecen venir de un arpa sideral.
Siempre me gustó dibujar. Nací con esa afición. Cuando recuerdo esa época siempre me veo a mí mismo dibujando en el colegio”. En la infancia lo enviaron de Uranmarca hacia el pueblo andahuaylino de Uripa donde se matriculó para estudiar la primaria en el Núcleo Campesino de Uripa. Allí ocurrió un incidente trágico que marcó su vida de artista autodidacto: “Por apoyar en las tareas de dibujo a una de mis compañeras, el profesor me expulsó del plantel”. La vida lo empezaba a golpear, mucho más que los heraldos negros del poema de Vallejo.
Pero no se amilanó ante ese episodio infeliz. Mario Sierra decidió viajar a Lima. Sin dinero en el bolsillo acomodó una alforja con alguna ropa, una frazada, queso, charqui y cancha. “Encontré un camionero que transportaba ganado y a condición de ayudarle con la carga me llevó hasta Huancayo. Viajé en el altillo del camión, cuidando a los animales”, recuerda Mario, mientras los ojos le brillan.
Desde la capital juninense, centro de las oleadas migratorias del siglo pasado, se embarcó en un ómnibus con destino a la ciudad del río hablador. El bus recaló en La Victoria, que en ese entonces era -como lo sigue siendo hoy- un hervidero de ideas y pasiones, núcleo del comercio, sucursal del país de los sueños y los emprendedores. “¿Sabe usted qué? -me dice-. Recién llegado a Lima me sucedió un acontecimiento misterioso. Como yo debía ubicar a unos familiares, luego de bajar del ómnibus pregunté cómo llegar a Barrios Altos. Había unos taxistas que se peleaban por los pasajeros. Subí al vehículo con mi alforja, temeroso, junto con otros viajeros que conversaban, en medio de la bulla de los autos. Fui el último en bajar, pero cuando revisé mis pertenencias, noté que me habían hecho el cambiazo”.
Al abrir la bolsa -que posiblemente un comerciante apurado cambió por casualidad- Mario encontró un tesoro. “En esa bolsa había mercadería y un pañuelo anudado. Lo abrí y encontré un montón de moneditas plateadas de nueve décimos, y otras monedas doradas con la figura del sol”, nos cuenta. Llegó hasta Barrios Altos, a la casa de sus parientes. “Lo primero que hice fue saludarlos en quechua. Y les dije: me he encontrado estas monedas. Ellos me dijeron: No te preocupes, nosotros te las vamos a guardar”. Desde ese día se quedó a vivir en la capital, alojado por sus parientes. De las monedas no volvió a saber nunca. Pero otro tesoro llegaría a su vida: su entrañable amistad con su maestro, el pintor Víctor Humareda Gallegos (Lampa, 1920 – Lima, 1986).

“Fiesta de las cruces”, óleo de Mario Sierra Talaverano.
El indigenismo urbano en toda su expresión.
El primer trabajo de Mario Sierra en Lima fue como ayudante en un restaurante en Santo Cristo, Barrios Altos. Al cumplir los 18 años, luego de haber obtenido su boleta de inscripción militar, fue a buscar trabajo a La Parada, la meca del comercio mayorista del Perú. Corría el año 1965. Así llegó al ahora mítico Lima Hotel, donde vivía desde 1955 -casi como en un exilio personal- el artista puneño Víctor Humareda, tras haber retornado de París.
El edificio del Lima Hotel -que ahora es una galería comercial- se encuentra en la cuadra veinticinco de la avenida 28 de Julio, esquina con Antonio Baso. La habitación número 283 fue la casa-taller de Humareda hasta su muerte. Contrariamente al mito que ha pintado este hotel como guarida de prostitutas y delincuentes, don Mario afirma que era un hospedaje frecuentado por comerciantes mayoristas que venían a realizar negocios con sus camiones a La Parada, preferentemente desde Arequipa, Cuzco, Huánuco, Huancayo, Chiclayo y Pucallpa. “Era un hotel de dos estrellas, con cuatrocientas camas y una enorme lavandería que funcionaba con máquinas a vapor, la más grande que he visto. También tenía agua caliente todo el día, bar, sala de lectura, teléfono y televisión. Había bastante movimiento. Yo empecé a trabajar doblando las sábanas”, precisa.
“Retrato al carboncillo de Mario Sierra, realizado por Víctor Humareda.

Como el maestro era natural de Lampa, Puno, hablábamos en quechua y empezamos a forjar una amistad. Lo primero que me llamó la atención fue verlo pintar. Tenía el caballete instalado al pie de su cama. Un día, vi al maestro solo, estaba pintando un arlequín, me acerqué y le dije: ¿Maestro, le puedo hacer unas preguntas? Por supuesto que sí, me dijo. Pasa”.
Mario, con el tiempo, se convirtió en asistente de Humareda, y le ayudaba a templar los lienzos en los bastidores e incluso lo ayudaba a manchar algunas telas. “Un día le hablé de mi intención de estudiar en la Escuela de Bellas Artes. El maestro Humareda me dijo que muchos egresaban de allí y no ejercían su profesión, y me dijo que mirando se aprende. Con él aprendí la técnica. Uno de los temas que me enseñó a pintar eran los arlequines”, expresa.
La etapa de Humareda en el Lima Hotel, con sus lienzos expresionistas y su famoso “sillón de Sócrates”, son un periodo importante en su biografía y su leyenda. El pintor puneño gustaba de vestir sacos y sombreros “hongo” y “de tarro”, que le daban un aspecto extravagante. Solía pasear entre los comerciantes, conversar con las putas, idealizarlas y pintarlas, tal como lo hacía con la actriz Marilyn Monroe. Don Mario asegura que Humareda no tomaba alcohol.
Víctor Humareda y Mario Sierra. Fotografía del genial maestro
y su discípulo en La Parada. (Archivo Mario Sierra)
Como persona y como pintor, Humareda fue un hombre extraordinario. Siempre lo llevaré en mi corazón”, expresa Mario Sierra quien hoy suele pintar “paisajes urbano marginales de Lima, fiestas costumbristas y arlequines”. El año pasado, en conmemoración de los 25 años de la muerte de Humareda, realizó la exposición “Matices”. Además ha publicado el libro “Humareda de colores y de noches” (1998), con prólogo del historiador Pablo Macera. Sobre la obra plástica de Mario Sierra, el historiador Juan José Vega afirmó que “oscila entre el realismo y la mitología, recogiendo una palpitante visión del mundo andino, que no excluye algunos rincones de la pobreza india en la ciudad de Lima”. El crítico Jorge Bernuy escribió: “Su gran verdad está en el comentario y en la poesía ingenua de sus personajes. Actualmente trabaja en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Federico Villarreal, del cual es cofundador. Su casa taller está en el distrito de Santa Anita (Jr. Hurin Cusco 229, Urb. Andahuaylas, teléfono 999528135).
Mario Sierra se emociona al hablar de Humareda. “A veces sueño que estamos otra vez en su taller, entre arlequines. Yo creo que él no ha muerto. Humareda es patrimonio cultural del Perú”.
Antes de salir, le agradezco por brindar esta entrevista y me despido abrazándolo y ensayando mi incipiente quechua: “Tupanansiskama” (hasta la próxima). “Hasta pronto, runasimito”, me dice.
"Puente de los suspiros", óleo de Mario Sierra Talaverano.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Archivo del Obispado de Huacho realizó digitalización de sus documentos


Por Nivardo Córdova Salinas (nivardo.cordova@gmail.com)
Fotos:  Archivo del Obispado de Huacho  / https://archivohuacho.wordpress.com/

Mediante el proyecto “Archivos en peligro” de la British Library y la asesoría de la Dra. Gabriela Ramos, de la Universidad de Cambridge, el Archivo del Obispado de Huacho es uno de los primeros archivos históricos peruanos en realizar la digitalización electrónica de sus documentos.

Documento de la serie "Cofradías",  del año 1619,
digitalizado por el Archivo del Obispado de Huacho.
Obispo de Huacho Antonio Santarsiero Rosa OSJ, impulsor del Archivo del Obispado de Huacho.

El Archivo del Obispado de Huacho, que conserva documentos histórico-administrativos que datan desde el Virreinato hasta la actualidad, ha realizado la digitalización electrónica de su patrimonio documental, lo cual permitirá su mejor conservación preventiva. Según informó su director Melecio Tineo Morón, dicho trabajo fue posible gracias al apoyo técnico y financiero de la British Libray (Biblioteca Británica), entidad académica que administra el programa “Archivos en peligro” (denominado EAP por su nombre en inglés Endangered Archives Programme) el mismo que es patrocinado por la organización Arcadia con el respaldo de la Universidad de Cambridge (Inglaterra). El proyecto, cuyo código es EAP33 se tituló: “Recolección y preservación de un archivo parroquial en una Diócesis andina” (“Collecting and preserving parish archives in an Andean diocese”),

135 MIL FOTOGRAFÍAS DIGITALES
El objetivo de este proyecto ha sido la protección preventiva mediante la digitalización y la elaboración de catálogos de sus documentos. El proyecto duró dos años, desde julio de 2010 hasta junio de 2012”, preciso Tineo, quien dirigió el proyecto administrado por la Ms Cathy Collins.
Documento digitalizado de la serie "Curatos"
del Archivo del Obispado de Huacho.
Tineo además agradeció al equipo técnico que participó en este trabajo: la historiadora de la Universidad Nacional Federico Villarreal, Kelly Montoya Estrada, quien elaboró los índices documentales en base a la Norma Internacional General de Descripción Archivística ISAD(G); el profesor Luis Alberto Rosado Loarte, profesor de Historia y Geografía en el Seminario Menor San José Marello de la Diócesis de Huacho, con estudios en Gestión Cultural (PUCP), quien se encargó de la digitalización de los documentos, procesamiento y almacenamiento.
Melecio Tineo Morón, director
del Archivo del Obispado de Huacho.
Tineo informó este proyecto ha permitido la digitalización de 458 libros parroquiales más antiguos (de los 829 custodiados) que van desde el año 1569 y 44 legajos correspondientes a las series documentales de Curatos, Cofradías y Visitas Pastorales (del siglo XVII al XX) que posee el Archivo del Obispado de Huacho, correspondientes a las provincias de Huaura, Barranca, Cajatambo, Huaral y Canta. En total se han tomado 137 mil 818 fotografías las mismas que se conservarán en discos duros externos tanto en el Archivo del Obispado de Huacho como en la Biblioteca Británica.
Esto permitirá que en caso de ocurrir un incendio, sustracción u otro suceso imprevisto exista una copia de respaldo. A su vez se ha trabajado índices digitales y un inventario general de los libros parroquiales, lo que permitirá una búsqueda más rápida e incidirá en el control de los documentos” declaró el experto.
Este trabajo consolida al Archivo Obispal de Huacho como uno de los mejor organizados dentro del Sistema Nacional de Archivos y dentro de los archivos eclesiales. Cabe anotar que los días 1 y 2 de septiembre se realizó un seminario de capacitación archivística para el personal de la Diócesis de Huacho con el auspicio de la Biblioteca Británica dentro del marco de fin del proyecto EAP333, con la participación de la Dra. Vilma Fung, de la Escuela Nacional de Archiveros.


Documento de la serie "Visitas pastorales"
digitalizado por el Archivo del Obispado de Huacho.
IMPULSO DE OBISPO DE HUACHO
El Archivo del Obispado de Huacho fue creado por Decreto Episcopal N° 002-05, del 28 de marzo de 2005 gracias al impulso del obispo de Huacho Antonio Santarsiero Rosa OSJ, quien ha sido y es hasta la fecha uno de los principales promotores de esta institución. “Gracias a su apoyo material y moral, estamos revalorando nuestro patrimonio documental y promoviendo la organización de archivo, brindando el servicio de información a los historiadores, genealogistas y público en general”, declaró archivero Tineo.
El Archivo del Obispado de Huacho -ubicado en el Palacio Obispal de Huacho, Av. Grau, tercer piso, Plaza de Armas de Huacho) resguarda las siguientes series documentales: Caritas, Cofradías, Comunicaciones, Conferencia Episcopal Peruana, Curatos, Estadísticas Parroquiales, Hermandades, Instituto de Educación Rural (IER), Libros Parroquiales, Nombramientos,
Obispos, Oficina de Educación católica (ODEC), Ordenaciones, Parroquias, Rectificaciones e inscripciones supletorias, Santa Sede, Seminario y Visitas Pastorales. Además el Archivo tiene un blog en Internet: aohuacho.wordpress.com
Asistentes al seminario organizado
por el Archivo del Obispado de Huacho.
PUBLICACIONES DEL ARCHIVO DE HUACHO
Dentro del trabajo de investigación y difusión del Archivo del Obispado de Huacho, Melecio Tineo Morón ha publicado tres libros que son fuente obligada de consulta para el conocimiento de la historia de Huacho. El primero es “Diócesis de Huacho: Una Iglesia joven con rica historia. 50 años de servicio pastoral (Lima, Fondo Editorial de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, 2008)”, que aborda el trabajo la Iglesia Católica en las provincias de Chancay, Cajatambo y Canta, desde el siglo XVI hasta la actualidad. El segundo se titula: "Catalogo de la serie documental de causas de Visitas Pastorales del Archivo del Obispado de Huacho. 1613-2003", publicado en 2010. 
Asimismo el año pasado Tineo publicó “Catalogo de la serie documental de causas de Visitas Pastorales del Archivo del Obispado de Huacho. 1613-2003” (Lima, Fondo Editorial de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, 2011). “Esta publicación detalla todas las asociaciones cristianas o piadosas que existieron en Huacho durante el Virreinato y la República, conformadas por laicos comprometidos con la Iglesia y que tomaron la advocación de algún santo.



Portada del libro “Catalogo de la serie documental de Cofradías 
del Archivo del Obispado de Huacho. 1609-1937”,
publicado por Melecio Tineo Morón en 2011.


martes, 14 de agosto de 2012

Al rescate de la Lima prehispánica

Publicado hoy en la página de opinión del diario El Peruano (ver)

Por Nivardo Córdova Salinas
nivardo.cordova@gmail.com

Huaycán de Pariachi. Foto de Martín Guerrero 
tomada del blog huaca.wordpress.com
En Lima Metropolitana existen alrededor de 500 huacas, la mayoría en abandono, sin declaratoria “oficial” de patrimonio de la Nación y a merced de los invasores y traficantes de terrenos, a la espera de su rescate y puesta en valor, mientras que otros sitios arqueológicos limeños como Pachacámac, Puruchuco, Cajamarquilla o Huaycán de Pariachis merecen una mayor atención.
La capital peruana no solo es la ciudad de los balcones, conventos y casonas solariegas. Es también el fruto de más de 10,000 años de ocupación humana a lo largo de su territorio, desde el período lítico (los talleres líticos de Chivateros, en el río Chillón) hasta nuestros días, pasando por vestigios incaicos como el Qapaq Ñam (Camino Inca), que en su mayor parte ha sido destruido por el avance urbanizador, quedando solo algunos restos, como en Cieneguilla.
En Lima hay decenas de huacas abandonadas y algunas que sí están debidamente conservadas. Un caso es la Huaca Pucllana, en Miraflores, donde se desarrolla un proyecto arqueológico apoyado por el INC y la municipalidad. Allí funciona un museo de sitio, parador turístico y restaurante. Es también sede de reuniones protocolares y locación para diseñadores de modas. Pero eso no es lo esencial: las investigaciones continúan. El año pasado, la arqueóloga Isabel Flores Espinosa encontró una tumba intacta de la cultura Wari, que dará nuevas luces.
En el antiguo Perú, estas huacas de adobe eran el centro administrativo, militar, religioso, ritual, mágico y urbanístico, dotados de estructuras sofisticadas, almacenes, zonas rituales, miradores y compleja decoración policromada. Eran también la tumba real de los jerarcas y, tras la conquista inca, siguieron utilizándose como cementerios populares.
El arquitecto José Canziani Amico, en su libro Ciudad y territorio en los Andes. Contribuciones a la historia del urbanismo prehispánico (2009), han abordado el tema. Por su parte, los trabajos de campo, en los últimos años de la arqueología peruana, han demostrado que excavar, investigar y poner en valor las huacas no solo contribuye a la investigación científica sino también al turismo. La historia precolombina no tiene nada de aburrida.
Otros casos emblemáticos son el Proyecto Huaca de la Luna (valle de Moche, Trujillo), donde desde hace dos décadas se realizan las excavaciones que han dado a la luz murales de la cultura Moche. El museo de sitio y el trabajo con los artesanos locales ha dado excelentes resultados, a tal punto que el proyecto ganó, en 2006, el Cuarto Premio Reina Sofía a Restauración y Conservación. No se queda atrás el Proyecto Arqueológico El Brujo (en la huaca Cao Viejo, valle de Chicama), donde hay un museo en el que se exhibe a la sacerdotisa de Cao, también conocida como la “Dama tatuada”, por sus tatuajes misteriosos. Otro sitio ejemplar donde arqueología, arquitectura y gestión cultural se dan cita es el Proyecto San José de Moro (valle de Jequetepeque), donde la Pontificia Universidad Católica del Perú tiene una escuela de campo para estudiantes de arqueología. Las huacas siguen ostentando su poder.


Arguedas: más allá del centenario

Publicado el martes 7 de agosto de 2012 en la página de opinión del diario El Peruano (ver)

Por Nivardo Córdova Salinas

José María Arguedas, óleo de Bruno Portuguez.
¿Qué nos dejó la celebración del centenario del escritor José María Arguedas (Andahuaylas,18 de enero de 1911 - Lima, 2 de diciembre de 1969)? Como sucedió en la conmemoración de los centenarios de otros notables escritores peruanos César Vallejo (1992), Manuel Gonzales Prada (2008), Luis Valle Goicochea (2010), Emilio Adolfo Westphalen (2011), el de José María Arguedas (2011) tampoco estuvo exento de polémica y discusión, pero tras mucho ruido y pocas nueces la mejor manera de recordar a un escritor será leerlo. No olvidemos que también el año pasado se recordó el “centenario” de la publicación del extraordinario poemario “Simbólicas” de José María Eguren y hace poco, en marzo, se recordaron 120 años del nacimiento del poeta César Vallejo.
El centenario arguediano comenzó con una polémica de índole casi burocrático, pues el gobierno decidió denominar el 2011 como el “Año del centenario de Machu Picchu para el mundo”. Al margen de ello, Arguedas movilizó a una serie de entidades y personas con la finalidad de difundir, analizar, releer, discutir, promover la obra de José María Arguedas. Acaso, uno de los aportes interesantes fue “descubrir” la imagen de un artista que no sólo fue literato sino también un científico social, pues además de su trabajo en la literatura y la pedagogía, Arguedas se aproximó al universo andino y mestizo desde la etnología y la antropología.
Arguedas inició su carrera como docente en el Colegio Nacional Mateo Pumacahua de Sicuani (1939-1941), en el departamento de Cuzco, como profesor de Castellano y Geografía y con el sueldo de 200 soles mensuales (1939-1941). Luego enseñaría en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima.Tras publicar su tercer libro, “Yawar fiesta” (1941), Arguedas fue agregado al Ministerio de Educación para colaborar en la reforma de los planes de estudios secundarios.
En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de Educación, para luego ser promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo Ministerio (1950-1952). Desde aquelpuesto realizó un estudio minucioso de la cultura popular peruana, desde un enfoque novedoso. Por ejemplo, gestionó que, Jacinto Palacios, famoso trovador andino, grabase el primer disco de música vernacular en 1948.

Archivo antropológico Arguedas.
En el marco del primer centenario de Arguedas, la Comisión Nacional José María Arguedas del Ministerio de Educación (MINEDU) y la Casa de la Literatura Peruana (CASALIT) presentaron resultados del trabajo de recuperación del Archivo Antropológico José María Arguedas, consistente en los primeros libros digitales que recogen las literaturas orales recopiladas en el Perú durante 1946 y 1953, que constituyen el casi la mitad de la colección más grande de la literatura oral peruana.
El historiador Mauricio Cerna, coordinador del Archivo Arguedas explica que el material -escrito a mano o en hojas mimeografiadas- fue sometido a un proceso de escaneo, trascripción y digitalización donde "además se ha agrupado dándole la estructura de un libro y colocándole índices temáticos que facilitarán la lectura del mismo". En esa colección hay canciones (letras y partituras), historias de vida, poemas, mitos, dibujos, adivinanzas y otras manifestaciones de la literatura oral de todas las regiones del país.
Cabe señalar que este Archivo Antropológico José María Arguedas fue recopilado por docentes del Ministerio de Educación, a pedido de Arguedas. Actualmente el archivo se encuentra en la biblioteca del Museo Nacional de la Cultura Peruana, con sede en la avenida Alfonso Ugarte, en Lima.

Registro musical y biografía
Otro aporte interesante es la publicación del “José María Arguedas. Registro musical 1960-1963”  (Lima, Ministerio de Cultura 2011) consistente en un libro y tres discos compactos.
Como señala el estudioso Fred Rohmer, “aunque el 2011 ha sido para el Gobierno peruano el año dedicado al descubrimiento o redescubrimiento de Machu Picchu, lo cierto es que la comunidad académica en su conjunto se esforzó más en conmemorar, con justicia, el nacimiento de una de las figuras más importantes de la cultura viva en el Perú: José María Arguedas. No he querido referirme a él como narrador, pues Arguedas fue bastante más que eso y su proyecto nacional más relevante incluyó el discurso literario, sí, pero articulado con su actividad etnológica. Arguedas, antes que nadie en el Perú, había comprendido lo que solo luego Antonio Cornejo Polar pudo esclarecer sobre el divorcio entre la escrituralidad y la oralidad en el mundo andino. Las posibilidades y mecanismos expresivos del discurso literario se encontraban también en el discurso musical, coreográfico y performático de las canciones y danzas andinas”, afirma.
Por tal motivo, al asumir la jefatura del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura Peruana, Arguedas se empeñó en recolectar piezas musicales de distintos lugares del Perú, especialmente de tres provincias del sur: Apurímac, Cusco y Ayacucho. Entre 1960 y 1963, con la colaboración de Josafat Roel Pineda, Arguedas “registró una inmensa cantidad de grabaciones, la mayoría realizadas en Lima, a intérpretes andinos que habían extendido su carrera musical a la capital peruana” añade Rohmer.
“No exagero, por ello, si afirmo que el mayor acto celebratorio para la conmemoración del nacimiento de Arguedas es el trabajo de selección de las grabaciones realizadas o encomendadas por Arguedas entre 1960 y 1963. La dirección de este trabajo ha estado depositada en Pedro Roel Mendizábal y Soledad Mujica, quienes con la lúcida colaboración de José Antonio Lloréns, Leo Casas y Juan Javier Rivera ofrecen a la comunidad académica, y al público en general, un excelente trabajo de recuperación sonora y patrimonial acompañado de un estudio que permite al lector aproximarse con suficiencia al proyecto arguediano detrás de estas grabaciones”, agrega el especialista.
Ha sido una labor difícil, sobre todo por el deficiente estado de conservación de algunas de las cintas magnetofónicas en las que se encontraban los registros arguedianos. “La advertencia, sin embargo, trasciende el espectro puramente físico de los materiales y funciona a la vez como un eco de la crítica de Arguedas al lugar periférico que tenía el mundo andino al interior de la cultura oficial peruana a mediados del siglo XX”, dice Rohmer.
De otro lado, la biografía de un escritor también reviste gran interés, pues se considera que vida y obra son indisolubles. El libro “Arguedas, Perú infinito” de la socióloga Carmen María Pinilla Cisneros -publicado tras más de siete años de trabajo- aporta datos inéditos sobre la vida del autor de “El Sexto” y “Warma kuyay”, con más de ciento veinte fotografías sobre su infancia, adolescencia, viajes y labor cultural.
Esto es solo parte de lo que nos dejó el centenario de Arguedas. Se extrañó una edición seria de sus obras completas, dirigida al gran público, no solo para divulgar a este gigante de la cultura peruana sino también para contrarrestar la publicación de “resúmenes” plagados de erratas con que algunas pseudo editoriales han invadido el mercado, mutilando y “tijereteando” la obra de uno de los autores peruanos más universales.


domingo, 5 de agosto de 2012

Invasores de terrenos destruyen Líneas y geoglifos de Nazca y Palpa

www.diarioelpoder.pe

Las líneas y geoglifos de Palpa y Nazca están inscritos en la lista de
"Patrimonio de la humanidad" de la UNESCO. Hoy corren peligro
por los invasores y traficantes de terrenos. Foto Diario El Poder

Las líneas y geoglifos de Pampa y Nazca, extraordinaria obra cultural que nos legó la cultura Nazca, están siendo destruidas paulatinamente ante nuestra indiferencia. Según el representante del Ministerio de Cultura en Ica, Mario Olaechea, unas cinco zonas arqueológicas han sido destruidas por la incursión ilegal de “invasores” en sitios protegidos por el Estado.

“Uno de ellos es Portachuelos, donde 15 geoglifos han sido arruinados en un área de 80 metros por la invasión de 450 familias. En La Calera II, varios trapezoides que representaban figuras antropomorfas y fitomorfas de hasta mil metros de largo han sido borrados. Sin embargo, aún se pueden apreciar algunos surcos”, indicó Olaechea. Estos daños se han producido a tan solo 500 metros del aeródromo María Reiche (en honor a quien fuera una de las más notables estudiosas de este conjunto arqueológico).

Agregó que, en Cerros Altos, la invasión del 17 de agosto de 2011, por parte de mineros informales y de traficantes de terrenos, arrasó un geoglifo triangular que tenía una base de 40 metros de ancho y 485 metros de largo.
 
“Otro lugar depredado el año pasado es un cementerio nazca, que pertenece a los intermedios tardío y temprano, ubicado en San José de la Pascana, en el distrito de Ingenio”, refirió. Lo más indignante es que este sitio se ubica frente al museo María Reiche.
 
 
BORRAN TRAZOS DE “RELOJ SOLAR”

Finalmente, el denominado Reloj Solar, en Palpa, que está relacionado con los solsticios de invierno y verano, poco a poco viene siendo cercado por invasiones que amenazan su intangibilidad. Incluso, algunos de sus trazos ya han sido malogrados.

Para evitar que la depredación de nuestro patrimonio continúe en Ica, el director regional de Cultura, Óscar Sotil, sostuvo que la única forma es señalando con hitos de concreto las áreas arqueológicas factibles de poner en valor.

“Un equipo especial del Ministerio de Cultura debe levantar un catastro de los más de mil sitios arqueológicos que hay en Ica. Ello tomaría unos dos años”, propuso el funcionario.