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domingo, 12 de octubre de 2014

“Hawansuyo ukun words” de Fredy Amílcar Roncalla: el quechua por dentro y por fuera


Fredy Amílcar Roncalla, intelectual peruano nacido en Chalhuanca (Apurímac), 
quechua hablante,comprometido con la cultura andina, incluso 
desde se “exilio cultural” en los Estados Unidos.
Por Nivardo Córdova Salinas

Días atrás se presentó un libro insular, casi marginal, pero que habla por sí mismo sobre el drama, pero a la vez el brillo y la potencia del quechua, idioma que tiene la categoría de “oficial” en el Perú (junto con el castellano), que es hablado por alrededor de tres millones de personas en nuestro país, pero que sigue teniendo una situación de desventaja, pues el quechua -idioma tan bello, expresivo, poético y musical- no se enseña obligatoriamente en los colegios y universidades. En la misma situación de desamparo están el aymara y todos los idiomas amazónicos.
Pero no todo está perdido. Y así lo confirma el libro “Hawansuyo ukun words” (Pakarina Editores / Hawansuyo Churoncalla, Lima, 2014), del escritor peruano y también quechua hablante Fredy Amílcar Roncalla, quien radica en los Estados Unidos, donde realiza su labor creativa siempre vinculada al “runa simi”, la lengua de nuestros ancestros incas.
Dentro de la tradición literaria del Perú, este es un libro único, pues reúne una serie de ensayos sobre temas y autores de la cultura peruana, pero escritos desde dos flancos: la perspectiva y la cosmovisión andina (el quechua) y visión posmoderna, que incluye el debate académico, la cultura virtual, la nostalgia, las nuevas tecnologías y la tradición.



En la presentación del libro, los críticos Gonzalo Espino, Carlos Olazábal y Mauro Mamani coincidieron en suscribir totalmente lo que Fredy Amílcar Roncalla plantea: existe un quinto “suyo”, un territorio andina virtual, que es el ningún lugar y todos los lugares a la vez, la diáspora de todos los quechua hablantes dispersos en el mundo, pero que están unidos también por las redes sociales de Internet, donde pueden compartir un “toro pukllay” o los ecos de sus fiestas patronales.
El libro, aunque no lo dice, deja de manifiesto el clamor por la situación de marginalidad de la treintena de idiomas nativos hablados en el Perú: el aymara, awajún, asháninka, machiguenga, shipibo, entre otros que incluso están en proceso de extinción.
Ya en su anterior libreo “Escritos mitimaes: hacia una poética andina posmoderna” (Barro Editorial Press, New York, 1998), Fredy Amilcar Roncalla asume el reto de revisar todo el “estado de la cuestión” sobre el quechua, tanto desde lo académico, el canto andino, la poesía y narrativa quechua contemporánea, la evocación y la nostalgia. Todo vale.
En “Hawansuyo, ukun words”, sigue este mismo derrotero, buscando lo “trasandino”. Por ejemplo, en uno de los ensayos titulado “Ukun riq mayukuna kaypipas maypipas: llaqtan llaqtan José María Arguedas liyiyqasmanta”, Roncalla escribe: “Debí leer la Oda al jet  bajando desde Newark, pero mientras en la pantallita del avión James Dean hacía de las suyas en  Rebelde sin causa ya estaba metido en la copia de  Los ríos profundos que me regaló mi wayki Lino Pareja en Ithaca. Si en esa película el héroe acentúa conflictos juveniles exponiendo el vacío existencial de la postguerra americana de un modo lineal y previsible, el joven Ernesto narra su historia personal, dibuja jóvenes y curas del internado, y retrata efectos de luz, sonido, música y movimiento con una profundidad reveladora. Ella viene de esos andes tiernos y violentos que va presentando en la brutalidad de Lleras y Añuco, en la lascivia de la opa disputada por los estudiantes después de un cura, en los pequeños desafíos entre alumnos estratificados, y también en la amistad de Palacitos, del Markasqa y las chicheras. Pero lo que más devuelve la alegría al joven Ernesto, es el sonido y baile del zumbayllo que el Markasqa le regala. El capítulo del zumbayllo es quizá la razón por la cual Arguedas dice que “el canto es seguramente la materia de la que estoy hecho”, y por la cual  Los ríos profundos son un largo y extenso poema que, ama waqaspalla, producen en el lector una conmoción ausente en el arte como artificio. Además, el zumbayllo es una prenda mediadora, que reconcilia a Ernesto con un Añuco caído en desgracia y lo aleja de un Markasqa que podría matar colonos sin cerrar los ojos…”.



El libro consta de los siguientes ensayos: Introducción (Nawin pukyo), Recuerdos de Yucay,  Chacho en los Andes, Dos libros colectivos de Armando Arteaga, Para transitar la poesía de Roger Santivañez, Comentarios a Luis Bandolero Luis de Walter Ventosilla.
Le siguen: La poesía de Juan Ramírez Ruiz como travesía mito poética, Caminan los apusmanta, Ukun riq mayukuna kaypipas maypipas: una lectura multilocal de los Ríos Profundos; Sobre la corrección gramatical y otras asnapas, Narrativa oral y escritural en Nawpa Willanakuy de Pujas, Ayacucho.
Asimismo, Yaku unupa yuyaynin: sobre la poesía  quechua de Ugo Carrillo; Huaynos cusqueños, Lugares sagrados en la obra de Manuelcha Prado y Daniel Kirwayo, El huayno Quechua en YouTube, Cavilando sobre Kavilando, Hanaqpacha pata, ¿Hablan los apus? El Taki Onqoy, el Qellqa Onqoy y el lenguaje de  los dioses.
En la otra sección (A las orillas del Vilcanota) tenemos: Almas en Pena en Valle Sagrado: sobre dos libros de Odi Gonzales, Poética del espacio en Yucay, Tayta Cipriano y las palabras (asnapas), La identidad andina fuera de la frontera nacional, Apuntes sobre Hybris de César Delgado Díaz del Olmo. Definitivamente “Hawansuyo…” es un libro de lectura obligatoria. 

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