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lunes, 24 de junio de 2013

La Orden Franciscana y su participación en la fundación e historia de Chiclayo

La Orden Franciscana y su participación en la construcción de la Iglesia y el Convento de Santa María de Chiclayo en el siglo XVI.Por: Nivardo Córdova Salinas, periodista.
nivardo.cordova@gmail.com
Artículo publicado también en Prensa Franciscana del Perú

Vista panorámica de la Iglesia Matriz de Chiclayo –construida    por la Orden Fraciscana en el siglo XVI) antes de su absurda demolición en 1960.
Foto: http://www.arquinauta.com/foros/Peru-f70/chiclayo-antigua-t11734.html

La gestación de Chiclayo como urbe está muy ligada a la presencia de los primeros misioneros franciscanos que llegaron al Perú en 1532 y especialmente a los habitantes de los antiguos señoríos de Cinto y Collique. Fueron los caciques de estos reinos quienes regalaron el terreno para la edificación de un convento franciscano, donación que fue aprobada mediante Real cédula el 17 de septiembre de 1585. Bajo la advocación de «Santa María de la Concepción del valle de Chiclayo» y la dirección del Padre Fray Antonio de la Concepción, se levantaron la Iglesia Matriz y el Convento Franciscano para evangelizar a los numerosos nativos del lugar. Alrededor de estas edificaciones, de construcción religiosa española, creció Chiclayo hacia finales del siglo XVI.
En el Archivo Histórico del Convento de San Francisco de Lima –que dirige con esmero fray Abel Pacheco Sánchez OFM- existen documentos originales que informan sobre el origen de Chiclayo y a la vez son una prueba del proceso de mestizaje cultural peruano cuatro siglos después de ese encuentro. La conciencia de conservación del patrimonio cultural va tomando fuerza en el Perú, aunque lamentablemente todavía se destruyen valiosos testimonios, acaso más por ignorancia que por mala intención.
Prueba de ello fue la demolición en 1960 de la Iglesia y Convento de Nuestra Señora de Santa María de los Valles de Chiclayo –conocida como “Iglesia Matriz”-, ordenada por las autoridades municipales de entonces presididas por el alcalde Carlos Castañeda Iparraguirre, con el ambiguo argumento de dar paso a la modernidad. Las preguntas que surgen son: ¿Acaso se puede mirar al futuro sin comprender el pasado? ¿Por qué se desdeñó el valor obra de arquitectura religiosa? Lo que sí sabe es que la población en su mayoría no estuvo de acuerdo en esta demolición.

LA “CAPILLA BAUTISMAL DE CHICLAYO”
En su libro “Historia de Chiclayo, siglos XVI, XVII, XVIII y XIX” (Imprenta Minerva, Lima, 1995), el historiador Jorge Zevallos Quiñones afirma que el Convento de Nuestra Señora de Santa María, era “la capilla bautismal” de Chiclayo y destacaba lo que era su mejor logro arquitectónico: su imponente arquería filomudéjar. En la actualidad, a simple vista se evidencian los escombros del templo en la calle San José en el Parque Principal de Chiclayo.
Zevallos (autor de otros estudios como “Lambayeque en el siglo XVII”, “Historia de Saña”, “Huacas y huaqueros en Trujillo”, “Toponimia Chimú”, etc.) incluso viajó hasta el Archivo de Indias en España para indagar sobre la historia virreinal de Chiclayo. Su libro no ha sido superado en minuciosidad y visión histórica del Chiclayo desde el Virreinato hasta la República.
Hay testimonios fotográficos de lo que fue esta iglesia e incluso imágenes de las maquinarias en pleno proceso de demolición de las paredes. Se sabe que este local fue sede del colegio San José durante un tiempo. Respecto a las obras religiosos que existían se dispersaron o posiblemente estén en colecciones privadas.
La desaparición de esta iglesia y convento, se suma a una serie de acciones que cometen las municipalidades, las empresas o los ciudadanos en vestigios de arquitectura virreinal o zonas arqueológicas. En Lima por ejemplo –aunque están más de 300 “huacas” en pie, el avance urbano es vertiginoso- . De modo que lo sucedido en Chiclayo es uno de los síntomas de esta enfermedad que se caracteriza por un desprecio a todo lo antiguo y una falsa visión del progreso.
Iglesia Matriz de Chiclayo. Foto: http://www.arquinauta.com/foros/Peru-f70/chiclayo-antigua-t11734.html
BUSCANDO LA VERDAD
En los últimos tiempos hay preocupación por desentrañar el “misterio” de la demolición de la Iglesia Matriz. En el semanario “Expresión” (Edición Nº 527, Chiclayo, del 13 al 22 de agosto del 2007, http://www.semanarioexpresion.com/noti_ver.php?codigo=74M67V052Z) se consignan estas declaraciones del sacerdote franciscano Nelson Chanta Romero: «Hasta ahora no entiendo por qué ni para qué se destruyó la Iglesia Matriz que era nuestra y no se buscó otro terreno. Chiclayo desapareció su propia historia. Lamentable, muy lamentable». A la vez, el fraile anuncia la realización de una campaña para recuperar las obras de arte (lienzos, esculturas, fragmentos) de incalculable valor religioso, cultural, histórico y artístico que están en poder de algunas personas. ¿Se sabe quiénes son?
«Este patrimonio no ha sido devuelto y es urgente recuperarlo. Se teme por su conservación porque quizá no lo saben cuidar. Una imagen tenerla en casa es individualismo porque la fe es común, igualitaria sin distingo, en suma comunitaria», recalcó.

LOS FRANCISCANOS EN EL PERÚ
La presencia franciscana en Chiclayo –así como en otras ciudades de la costa, sierra y selva del Perú- es una historia apasionante. No en vano el año pasado el gobierno otorgó la Orden del Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz a la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú, en mérito a sus 400 años de labor evangelizadora y su presencia en la cultura nacional.
Pioneros iniciales son el padre Marco de Niza, primer prelado y comisario que llegó conjuntamente con los frailes Juan de Monzón, Francisco de los Ángeles, Francisco de la Cruz, Francisco de Santa Ana, Pedro Portugués, Alonso de Escarcena y los hermanos legos fraile Mateo de Jumilla y Alonso de Alcañices. Probablemente también estuvieron en Chiclayo los padres Francisco de Marchena y Francisco de Aragón, a quienes con toda justicia se les puede llamar: "los fundadores de Chiclayo”.
Según el citado artículo de Expresión, “en los primeros años de la conquista, los encomenderos de Cinto y Collique Lope de Ayala, Luis de Atienza, Martín de Olarte, Diego de Vega y los herederos de Juan de Barbarán le propusieron al P. Escarcena en 1551 que si traía cuatro frailes ellos les proporcionarían convento y todo lo necesario para la subsistencia para que pudieran dedicarse a tiempo completo a la evangelización de la zona. La propuesta fue alcanzada al Provincial, Fr. Francisco Morales quien hace la petición ante el virrey D. Hurtado de Mendoza, el cual da la provisión al corregidor de Trujillo para que cumpla con lo mandado por el Rey en la cédula de 1555”.

¿HUBO UN TESORO EN LA IGLESIA MATRIZ DE CHICLAYO?
Al respecto el historiador Martín Cabrejos Fernández en su trabajo “El Tesoro de la Iglesia Matriz de Chiclayo” publicado en Internet (http://historiacienciadevida.blogspot.com/2010/03/el-tesoro-de-la-iglesia-matriz-de.html), cita el famoso libro “Mitos, leyendas y tradiciones lambayecanas” de Augusto León Barandiarán (1935). Allí dice: Una fecha a considerar por su importancia es el 15 de setiembre de 1585 cuando el Virrey Don Fernando Torres de Portugal, Conde del Villar, ordenó a Don Juan Bautista Nano, Corregidor de Cinto y Collique, que aceptara la donación hecha por los indios de nuestro valle”. Pero además narra un hecho anecdótico, tomado de la antigua tradición chiclayana: “Según escuchó León Barandiarán, los indios ladinos de Cinto y Collique no tuvieron ´religiosas´ intenciones al donar el aludido terreno. No pensaron tanto en el Convento o en los frailes franciscanos, como en un grandioso tesoro escondido (enterrado) en aquel terreno una vez iniciada la conquista española. Enterados de la codicia de los primeros europeos en nuestras tierras, los antiguos residentes de este valle decidieron ocultar bajo el símbolo de la Cruz un ingente tesoro que en aquel terreno se hallaba ocultado por los propios indios…y, para salvarlo, con aquel disfrazado ofrecimiento, que mas bien era una forma de custodia perpetua de la codicia castellana”.
Concluye Cabrejos que actualmente “no podemos afirmar la validez de lo narrado por León Barandiarán. Dichos terrenos fueron removidos más de una vez y no se hallaron tesoros, entierros u objetos y restos que demuestren que aquel lugar fue considerado una huaca”.
Cita además al fraile Luís Arroyo (OFM) y su obra “Los Franciscanos y la fundación de Chiclayo”, donde se refuerza la premisa de que el antiguo Convento de “Santa María” está ligado a la fundación de Chiclayo. “Se puede inferir que resulta imposible explicar el nacimiento y crecimiento de nuestro pueblo sino es a partir de la presencia física de este santuario”. Otro dato complementario de Cabrejos es que Walter Sáenz Lizarzaburu afirma: “(el Convento) tenía una huerta grande que ocupaba la manzana de la antigua Plaza del mercado. Después, al perder su huerta que le era anexa, sus instalaciones sirvieron para que allí funcionara el Colegio Nacional de San José en la planta baja y la Corte Superior de Chiclayo en el segundo piso, lo que ocurrió hasta su desocupación para dar paso a la “pala del progreso” que lo derribó junto con la Iglesia Matriz, a fin de edificar construcciones modernas con su mayor área”. En 1922, León Barandiarán dijo que en el terreno de la antigua Iglesia Matriz hubo un “calvario” o cementerio. Esta “pala del progreso” a la que se refiere Sáenz Lizarzaburu en 1988 y que removió los terrenos, al menos en cuatro ocasiones, para dar paso a la modernidad no sacó a la luz tesoro alguno”.
HAY QUE CONSERVAR EL PATRIMONIO CULTURAL
Finalmente podemos decir que Chiclayo aún no aprende a lección, como quedó demostrado en la reciente remodelación del ex Hotel Royal para albergar a un centro comercial. A propósito de este episodio de hace un par de años, el restaurador César Maguiña Gómez, presidente del Instituto Americano de Investigación y Conservación, publicó esta epístola titulada “Una carta por Chiclayo” (http://perpatrimonioysitios.blogspot.com/2009/01/una-carta-por-chiclayo.html) que transcribimos  parcialmente:
“Estimados amigos defensores del Patrimonio Cultural,
Estamos ante un serio peligro de perder otra evidencia arquitectónica. Esta vez le ha tocado al Hotel Royal de la ciudad de Chiclayo, ubicado en la esquina del Parque Principal con la Avenida Balta, como vecinos tiene a los inmuebles del monasterio del siglo XVI Franciscano de Chiclayo, al Palacio Municipal y la Catedral de Chiclayo.
Hace unos días la gerencia de urbanismo de la Municipalidad provincial de Chiclayo dio la licencia a las tiendas Ripley para el inicio de obras en el antiguo y tradicional Hotel Royal de esta ciudad, basado en la Resolución Directoral Nacional del INC N° 126, del 20.8.08, que aprueba la demolición de los interiores y que se respete solamente la fachada del Hotel.
A continuación el gerente de urbanismo, muy contento por haber otorgado la licencia, señala que la inversión privada exterior generara el crecimiento económico de la ciudad. Con este tipo de autorizaciones, dentro de poco la región Lambayeque, y en este caso la ciudad de Chiclayo va a tener solamente un Patrimonio Cultural de cascaron. Como antecedente puedo citar la Casa Townsend (Plazuela Elías Aguirre) el Colegio Santo Tomas Aquino (Calle 7 de Enero) Planta Eléctrica de Chiclayo (Plazuela Elías Aguirre) y ahora estaría sumándose a esta barbarie contra la memoria histórica de la ciudad, al Hotel Royal (…)”

DOCUMENTOS SOBRE CHICLAYO EN EL ARCHIVO SAN FRANCISCO DE LIMA
El documento más antiguo sobre Chiclayo existente en el Archivo San Francisco de Lima es una provisión de 05 de noviembre de 1572 (Código I, 9 N° 22) emitida Juan de Hozes (Visitador Grau de Trujillo) que contiene una “Provisión para que se haga la iglesia de Chiclayo” y que incluye una “provisión del Virrey Toledo.
Otro documento es el I9 N°22: una licencia emitida por el Virrey Don García Hurtado de Mendoza a los caciques e indígenas de Sinto (sic), Chiclayo y Collique para hacer la ropa, 600 capuces, y así poder cubrir el acabado de la Iglesia.
Otro papel de interés es el firmado por el Virrey Fernando de Torres el 15 de septiembre de 1585 “para que los caciques de Cinto y Collique hagan la donación de un sitio para la Iglesia del Monasterio franciscano de Chiclayo”. Días después, el 24 de octubre de 1588, se da la “provisión a los franciscanos de Chiclayo de la donación hecha por los caciques de los pueblos de Sinto y Collique del asiento de casa en que tiene fundado dicho monasterio”-
Asimismo una petición hecha en Túcume 22 de junio de 1590 a Martín Benavides, vicario de Trujillo, para que se funde la cofradía del Santísimo Sacramento en Chiclayo. También figura con el Código I, 9 N° 26, una Petición de 15-03-1581 emitida por Fray Domingo de Vergara, que es un “Testimonio de la limosna que se repartió del Convento de Chiclayo a los indígenas pobres y mitayos y demás que allí trabajan”. El director del Archivo, fray Abel Pacheco Sánchez, señaló que todos los investigadores peruanos y extranjeros que deseen visitar el archivo pueden hacerlo en la Av. Abancay 162, oficina 307 B, centro histórico de Lima.



 
Vista actual de los restos que quedaron tras el derribamiento del Convento de Nuestra Señora de Santa María de Chiclayo a inicios de la década del sesenta, que están a la vista en el Parque Principal de esta ciudad. Fotos tomadas del sitio: http://www.chiclayoactual.com/2009_04_01_archive.html

jueves, 14 de marzo de 2013

Homenaje a Víctor Rodríguez Sánchez, "Vitucho"

Hay una luz que nunca se apagará

Por Nivardo Córdova Salinas, con la colaboración de los poetas Beto Robles Linares, Luis Rodríguez, Antonio Rodríguez y César Tincopa Mejía) / Fotos: Archivo de Antonio y Luis Rodríguez Sánchez.


Acaba de fallecer en Trujillo el activista cultural, promotor del movimiento “subterráneo” a fines de la década del 80, artista plástico, melómano, fotógrafo, cinéfilo, comunicador social, editor y, sobre todo, hombre de bien, Víctor Rodríguez Sánchez, “Vitucho” (6 de marzo de 1970 – 26 de enero 2013). 
Una obra cultural y humana realizada silenciosamente y fecunda, más allá de los estereotipos, su trayectoria vital estuvo signada por la búsqueda de un ideal estético y personal, pues en los últimos años de su existencia vivió con la idea de que alcanzar la felicidad era el proyecto más ambicioso y definitivo que podía emprender un ser humano.
Al escribir estas líneas no puedo dejar de evocar su barrio de infancia y juventud: la calle José Santos Chocano, en la urbanización Palermo, lugar donde Vitucho comenzó a forjar sus sueños, y que fue el escenario de uno de sus primeros proyectos colectivos: el movimiento “subterráneo” trujillano, corriente cultural y musical que enarboló la independencia y autenticidad, al margen del agónico circuito comercial y oficial citadino, en busca de una conciencia y expresión artística propias. Una de las publicaciones emblemáticas de la movida trujillana fue el fanzine (revista artesanal) “Creyentes”
Vitucho fue el tercero de cinco hermanos nacidos  dentro del matrimonio conformado por los esposos Víctor Manuel Rodríguez Mantilla y Aurea Elizabeth Sánchez Abanto. Sus hermano son: Vicky, Luis, Toño, Cecilia y Verónica Rodríguez Sánchez, respectivamente.
Estudió primaria en el colegio Enrique de Guimaraes y la secundaria en el centenario Colegio Nacional San Juan. Además culminó la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO), casa de estudios de la cual su abuelo, el profesor Raúl Sánchez Vásquez, fue uno de los promotores y gestores.


Víctor Rodríguez Sánchez en el famoso cubil gatuno a inicios de los noventa, junto a su gran amigo Juan Aranda, los poetas y músicos Fausto Cotrina, Carlos Pajuelo, Beto Robles y Franco Castañeda, comparando la similitud del perfil de Carlos “Asalto” Pajuelo con la cerámica escultórica muchik.
Debo señalar que Vitucho no hubiera estado de acuerdo en que resalte su faceta de “activista del rock subterráneo”, pues aquel fue solamente un paso más en su vida. Incluso, al recopilar datos para este artículo in memoriam, uno de sus hermanos, Luis Rodríguez Sánchez, me escribió lo siguiente: “Recibí el mensaje colectivo que enviaste. Estamos ya un poco reconfortados frente a la temprana partida de mi hermano Vitucho. He visto, asimismo, tu deseo de ¿escribir un testimonio? Sin embargo debo advertir que, si piensas hacer ese trabajo, no sólo evoques su faceta rockeril y promotor de la "movida subterránea" -que sí, fue cierta-, sino que resaltes su reciente faceta de hombre de bien en todo sentido del término. Efectivamente, mi hermano - y aquí te doy la primicia- cambió desde hace años sus "hábitos subterráneos" para descubrirse a sí mismo, y ser mensajero y guerrero espiritual: su búsqueda de Dios le permitió abrir nuevas perspectivas de amistad, trabajo, salud, y lo que más me sorprendió, particularmente, fue su expansión de conciencia y deslumbrante generosidad frente a este, nuevo, estilo de vida que él mismo decidió asumir. Tú decides ser feliz, (y todas las repercusiones que genera en uno mismo) creo que debió ser su eslogan personal. Mas, nunca lo dijo; tan solo lo puso en práctica...”.
En tiempos en que Trujillo (“La ciudad de la eterna balacera” según tituló la revista Caretas en una edición) vive naufragando en una violencia absurda, todavía el arte (y Dios, el máximo artista) es una luz de esperanza. Me asombra pensar que muchos jóvenes de hoy han trastocado el verdadero ideal de la existencia por una vida frívola y sin horizonte -con honrosas excepciones, por cierto- y veo con nitidez el esfuerzo que significó para Vitucho construir un movimiento cultural, junto con otros poetas y artistas miembros de su generación, sobre todo nadando contra la corriente, al margen de la agenda del INC y creando espacios culturales alternativos, más allá del Teatro Municipal. Lo hizo. 
Sería muy pesado enumerar a artistas y grupos musicales que, alentados por Vitucho, dieron forma a un movimiento histórico -pero, repito: no oficial- en esta ciudad. Podemos afirmar que Vitucho tuvo un gran cariño por Trujillo, y que la trujillaneidad que ostentaba no solo radica en el festival de la primavera o el concurso nacional de marinera. Pero por mencionar nombres, recordemos al gran poeta y compositor César Palza Vidal -y su hermano, Miguel, también músico-, el músico Enrique "Quique" Salazar Roncal, el artista plástico y docente Víctor "La Gata" Tizerán Ruiz, el músico Douglas Mendoza, los grupos musicales MHdP, Espergesia, Extraño Deseo, Ego, Arathron, el arqueólogo Nito Delgado Soberón (hoy director del INC-Jaén), la artista Alice Vega, los poetas Franco Castañeda, David Novoa, Fausto Cotrina y Jorge Hurtado, Vanessa Martínez, Danitza Crosby Garrido y otros artistas que frecuentaron el movimiento subte como el artista visual José Carlos Orrillo y el hoy laureado cineasta Omar Forero, entre otros más. Y especialmente, la artista plástica, y mejor persona aún, Katy Rojas Sattui, quien decidió dejar este mundo -por voluntad propia- en diciembre de 2007, en la madurez de su trabajo creativo. Un capítulo aparte en esta historia es “Odios Recors”, el sello discográfico independiente que fundaron, junto con su vocero impreso.el fanzine “Creyentes”.

El músico Douglas Mendoza (guitarrista y tecladista de Extraño Deseo,
el poeta Beto Robles y Vitucho Rodríguez, durante sus años universitarios en la  UPAO.
Uno de sus compañeros de generación, el poeta Alberto Robles Linares, escribió esta memoria de Vitucho desde  Annandale, Virginia, Estados Unidos, la cual reproduzco in extenso por ser de interés y por dar un perfil muy certero: “Lo conocí un 22 julio de 1989, era sábado. El poeta suburbano “Chino Paco” Naito me lo presentó en el concierto de Voz Propia. La presentación fue simple, el Chino me dijo: ´si quieres música él es la persona con la que debes hablar, él es Vitucho, Vitucho 1 ya que hay otro Vitucho por ahí también´. Después de esa breve presentación lo volví a ver esporádicamente en los conciertos subtes hasta finales del 91. A partir del 92 nos frecuentábamos más seguido, pasamos horas escuchando música y dialogando sobre los grupos, arte, literatura, etc. Su vasto conocimiento musical me abrió las puertas a nuevos grupos, de los cuales no sabía de su existencia. Solíamos reunirnos en su habitación, donde con los amigos escuchábamos música y al verme interesado por alguna banda Vitucho solía prestarme un cassette del grupo y siempre iba acompañado con un papel en el que había la letra de una de las canciones, a veces traducidas al español a puño y letra. Siempre sabía una historia sobre los integrantes de las bandas musicales o sobre el álbum del grupo. Una de las cosas que más recuerdo de Vitucho es que siempre sonreía y siempre estaba atento con su familia. Él se levantaba temprano y hacia los mandados en su casa, iba al mercado, pagaba los recibos. Cuando los padres de los amigos estaban enfermos o algo así, y él se enteraba siempre preguntaba como seguían. Todos los padres de nuestros amigos siempre lo aceptaban, era su espíritu alegre que irradiaba. Los últimos 5 años de su vida la pasó trabajando en la pintura, pintor de brocha gorda, pero según Miguel Ángel, el vocalista de Voz Propia, una vez se refirió a Vitucho como colorista, no pintor de brocha gorda, ya que Vitucho explicaba el significado de los colores y la influencia que traería en el ambiente. Cuando se enteraba de que iba a Perú siempre me preguntaba si podía llevarle algo relacionado con la pintura; varias veces le llevaba revistas, lentes protectores y un abanico de más de mil colores el cual me dijo que eso fue lo mejor que había recibido sobre la pintura. Me comentaba que iba a talleres y seminarios relacionados sobre pintura; él era un asiduo concurrente a talleres de la tienda Maestro. Su espíritu de desarrollo profesional y personal era admirable así como la pulcritud del trabajo. Siempre tomaba fotos de lo que hacia y le daba una foto a los que lo emplearon… una vez fui a su casa en una de mis visitas y lo vi lavando sus utensilios de pintura, los dejaba tan limpios que parecían nuevos… siempre fue así: pulcro. También en esos 5 años se dedicó al estudio de la Biblia, dos veces por semana, los martes y jueves. Su vida era trabajar, leer la Biblia, música y pasear a su fiel compañero el perro de su hermana Verónica, el perro se llama Benito. Vitucho siempre salía con Benito, se iban a la huaca y a veces Vitucho regresaba solo y después de horas llegaba Benito. Ahora su fiel compañero Benito está sufriendo y esperando el clásico silbido que siempre daba Vitucho...”.
Palabras que pintan de cuerpo entero a Vitucho.


En amena reunión con Kike Robles y los músicos de la banda “Extraño deseo”: Alexis Rodríguez y los hermanitos Miguel y César Palza, junto a su “manager” Milton Carbajal.
El poeta, músico y videasta César Tincopa Mejía, fundador del grupo ya mítico Suicidio Temprano acota lo siguiente: “Yo te puedo decir que Vitucho fue uno de los fundadores de la movida subte acá en Trujillo y gran impulsor de la misma, amigo inseparable, irreverente, crítico. Siempre estará en nuestros corazones”.    
Otro de sus compañeros generacionales, José Rodríguez Alfaro, escribió esto: "Compartí con él a inicios de los 90's, las inquietudes que nos unieron a los subterráneos de esa época. Recordaré siempre su afabilidad y la de toda su familia, quienes nos atendían con los brazos abiertos. Cosa no muy común, dada nuestra postura contra corriente. En él además apreciaba su pulcritud, orden y responsabilidad que brillaban dentro del mundo underground de Trujillo. Ha pasado tanto tiempo, pero su muerte repentina me ha hecho retroceder a una época, que en este momento para mi, parece que hubiera sido ayer. Que en paz descanses y de Dios goces amigo."
Su hermano, Luis Rodríguez, completa esta semblanza con un testimonio no exento de amor: “Vitucho representó, personalmente, un soporte moral y afectivo. Amén de los gustos musicales comunes (compartíamos, juntos, mis hallazgos sonoros), eran invalorables sus consejos y recomendaciones en el orden de las actividades diarias, llámese hogar, trabajo, universidad, entre otros. Su crítica a las variantes postmodernas de la sociedad y la cultura eran materia de debates comunes: música, rock, massmedia, imperio audiovisual, cine, etc., eran párvulo para sesiones de diálogos irónicos y analíticos, entre él y yo. Responsabilidad para sus tareas y obras. Generosidad y decencia en su compromiso de trabajo (era muy meticuloso en sus labores). Un amigo de palabra, noble y respetuoso, en el buen sentido del término.  Lector, viajero; amante de la naturaleza, el mar y el campo en su más absoluta esencia. Y, asimismo, amigo de la Palabra de Dios (desde hace unos años atrás estuvo asistiendo a la congregación de los Hermanos Testigos de Jehová ), con amigos y familiares nuestros”.


"Vitucho" Rodríguez, con los poetas David Novoa y Franco Castañeda; el artista visual José Carlos Orrillo y el artista plástico David Gennell, entre otros artistas.
Mientras tanto, al cierre de la redacción de este artículo, me acaba de escribir su hermano, el poeta y músico Toño Rodríguez (ex miembro de La Luna de Isabel y Suicidio Temprano), con el siguiente mensaje: "Gracias, Nivardo, recién te contesto ya que me encuentro con una fisura justo en la mano derecha y no puedo escribir muy bien. Pronto te haré llegar los datos que me pides con unas fotos históricas del Vitucho universitario y el Vitucho bohemio, junto a algunos datos que saldrán en el libro que estoy terminando y que es el complemento total de mi blog Crónicas del Antiser".
¿Qué puedo agregar a este derroche de cariño y afecto? Estoy seguro de que si Vitucho leyera esta nota me diría con su espíritu festivo: “Tranquilízece , doctor, no lo tome tan en serio. No soy el único que merece un reportaje”. Usurparé una frase del escritor franco-estadounidense Jack Kerouac, tomada de su libro “Visiones de Cody” y que no deja de sobrecogerme: “¿Qué decirle al amigo, ante la cara de los amigos, cuando es la hora melancólica de hacer maletas y de inclinarse antes de partir?... ¡Pobres corazones humanos, latiendo en todas partes!”

martes, 19 de febrero de 2013

El sitio de Felipe Guamán Poma de Ayala




En Huamanga, ciudad enclavada como un tajo en los andes ayacuchanos, en Perú, hoy se respira historia, tradición y cultura.
Hijos ilustres de estas tierras como el cronista Felipe Guamán Poma de Ayala o el fraile y escritor franciscano Luis Jerónimo de Oré, entre muchísimos otros, nos hablan de una ciudad singular, corazón del Perú profundo, que ha encarado el dolor y la tristeza de años pasados por un entusiasmo vivo, por una fe auténtica que brilla en sus 33 iglesias virreinales.
Y algo importante: en sus calles los huamanguinos hablan con dignidad el kechwa o "runa simi", señal de su identidad cultural invencible.