Llego a medianoche para masticar mi emoción bárbara y no encuentro más que desechos del ayer. Me asombra contemplar este paisaje noctámbulo y taciturno, donde reposan los restos del bajel perdido.
Más lejos del infinito, el olvido recicla sus vibraciones, agita sus aguas, se vuelve a veces un ligero sonido y otras cae en un profundo sueño mortal. Pierde los escombros de la memoria, despierta somnoliento de madrugadas y de épocas, es como si le costara aceptar que todo está perdido. Su origen es la neblina, tal vez la bruma, de repente el óxido aquel donde se dibuja el cuarzo de su Aurora y su ocaso.
Siempre la vida parece un remordimiento.. un tránsito hacia la medianoche.
En cualquier viernes de sol, de hambre y de frío, la vida sigue siendo esa vieja palabra ya gastada. Ahora y siempre te espero entre mis obsesiones, poesía ínfima que me acompañas, a donde sea que yo vaya...
( Fragmento de: Poemas encontrados en una bolsa de plástico, Nivardo Córdova Salinas)
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