PREDESTINADO A DESAPARECER, el día revienta y camina con la pierna rota en la noche. Fue en la autopista nocturna tras desenfundar la pistola de agua, el brazo partido en el terral de mercaderes, el codo lisiado en caída libre. Otros golpes ajenos: los pies hinchados, los dedos quemados, el pulmón carcomido, la vida sucia. Sueños que mueren “joyas de azúcar, alfeñiques de oro que se dan contra el mortero de loza de este mundo”.
(De "Poesía ínfima", Nivardo Córdova Salinas)
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