Publicado el martes 7 de agosto de 2012 en la página de opinión del diario El Peruano (ver)
Por Nivardo Córdova Salinas
José María Arguedas, óleo de Bruno Portuguez. |
El
centenario arguediano comenzó con una polémica de índole casi burocrático, pues
el gobierno decidió denominar el 2011 como el “Año del centenario de Machu
Picchu para el mundo”. Al margen de ello, Arguedas movilizó a una serie de
entidades y personas con la finalidad de difundir, analizar, releer, discutir,
promover la obra de José María Arguedas. Acaso, uno de los aportes interesantes
fue “descubrir” la imagen de un artista que no sólo fue literato sino también
un científico social, pues además de su trabajo en la literatura y la
pedagogía, Arguedas se aproximó al universo andino y mestizo desde la etnología
y la antropología.
Arguedas
inició su carrera como docente en el Colegio Nacional Mateo Pumacahua de
Sicuani (1939-1941), en el departamento de Cuzco, como profesor de Castellano y
Geografía y con el sueldo de 200 soles mensuales (1939-1941). Luego enseñaría
en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y
Mariano Melgar de Lima.Tras publicar su tercer libro, “Yawar fiesta” (1941),
Arguedas fue agregado al Ministerio de Educación para colaborar en la reforma
de los planes de estudios secundarios.
En
marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de
Educación, para luego ser promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes
y Despacho del mismo Ministerio (1950-1952). Desde aquelpuesto realizó un
estudio minucioso de la cultura popular peruana, desde un enfoque novedoso. Por
ejemplo, gestionó que, Jacinto Palacios, famoso trovador andino, grabase el
primer disco de música vernacular en 1948.
Archivo
antropológico Arguedas.
En
el marco del primer centenario de Arguedas, la Comisión Nacional José María
Arguedas del Ministerio de Educación (MINEDU) y la Casa de la Literatura
Peruana (CASALIT) presentaron resultados del trabajo de recuperación del
Archivo Antropológico José María Arguedas, consistente en los primeros libros
digitales que recogen las literaturas orales recopiladas en el Perú durante
1946 y 1953, que constituyen el casi la mitad de la colección más grande de la
literatura oral peruana.
El
historiador Mauricio Cerna, coordinador del Archivo Arguedas explica que el
material -escrito a mano o en hojas mimeografiadas- fue sometido a un proceso
de escaneo, trascripción y digitalización donde "además se ha agrupado
dándole la estructura de un libro y colocándole índices temáticos que
facilitarán la lectura del mismo". En esa colección hay canciones (letras
y partituras), historias de vida, poemas, mitos, dibujos, adivinanzas y otras
manifestaciones de la literatura oral de todas las regiones del país.
Cabe
señalar que este Archivo Antropológico José María Arguedas fue recopilado por
docentes del Ministerio de Educación, a pedido de Arguedas. Actualmente el
archivo se encuentra en la biblioteca del Museo Nacional de la Cultura Peruana,
con sede en la avenida Alfonso Ugarte, en Lima.
Registro
musical y biografía
Otro
aporte interesante es la publicación del “José María Arguedas. Registro musical
1960-1963” (Lima, Ministerio de Cultura
2011) consistente en un libro y tres discos compactos.
Como
señala el estudioso Fred Rohmer, “aunque el 2011 ha sido para el Gobierno
peruano el año dedicado al descubrimiento o redescubrimiento de Machu Picchu,
lo cierto es que la comunidad académica en su conjunto se esforzó más en
conmemorar, con justicia, el nacimiento de una de las figuras más importantes
de la cultura viva en el Perú: José María Arguedas. No he querido referirme a
él como narrador, pues Arguedas fue bastante más que eso y su proyecto nacional
más relevante incluyó el discurso literario, sí, pero articulado con su
actividad etnológica. Arguedas, antes que nadie en el Perú, había comprendido
lo que solo luego Antonio Cornejo Polar pudo esclarecer sobre el divorcio entre
la escrituralidad y la oralidad en el mundo andino. Las posibilidades y
mecanismos expresivos del discurso literario se encontraban también en el discurso
musical, coreográfico y performático de las canciones y danzas andinas”,
afirma.
Por
tal motivo, al asumir la jefatura del Instituto de Estudios Etnológicos del
Museo de la Cultura Peruana, Arguedas se empeñó en recolectar piezas musicales
de distintos lugares del Perú, especialmente de tres provincias del sur:
Apurímac, Cusco y Ayacucho. Entre 1960 y 1963, con la colaboración de Josafat
Roel Pineda, Arguedas “registró una inmensa cantidad de grabaciones, la mayoría
realizadas en Lima, a intérpretes andinos que habían extendido su carrera
musical a la capital peruana” añade Rohmer.
“No
exagero, por ello, si afirmo que el mayor acto celebratorio para la
conmemoración del nacimiento de Arguedas es el trabajo de selección de las
grabaciones realizadas o encomendadas por Arguedas entre 1960 y 1963. La
dirección de este trabajo ha estado depositada en Pedro Roel Mendizábal y
Soledad Mujica, quienes con la lúcida colaboración de José Antonio Lloréns, Leo
Casas y Juan Javier Rivera ofrecen a la comunidad académica, y al público en
general, un excelente trabajo de recuperación sonora y patrimonial acompañado
de un estudio que permite al lector aproximarse con suficiencia al proyecto
arguediano detrás de estas grabaciones”, agrega el especialista.
Ha
sido una labor difícil, sobre todo por el deficiente estado de conservación de
algunas de las cintas magnetofónicas en las que se encontraban los registros
arguedianos. “La advertencia, sin embargo, trasciende el espectro puramente
físico de los materiales y funciona a la vez como un eco de la crítica de
Arguedas al lugar periférico que tenía el mundo andino al interior de la
cultura oficial peruana a mediados del siglo XX”, dice Rohmer.
De
otro lado, la biografía de un escritor también reviste gran interés, pues se
considera que vida y obra son indisolubles. El libro “Arguedas, Perú infinito”
de la socióloga Carmen María Pinilla Cisneros -publicado tras más de siete años
de trabajo- aporta datos inéditos sobre la vida del autor de “El Sexto” y
“Warma kuyay”, con más de ciento veinte fotografías sobre su infancia,
adolescencia, viajes y labor cultural.
Esto
es solo parte de lo que nos dejó el centenario de Arguedas. Se extrañó una
edición seria de sus obras completas, dirigida al gran público, no solo para
divulgar a este gigante de la cultura peruana sino también para contrarrestar
la publicación de “resúmenes” plagados de erratas con que algunas pseudo
editoriales han invadido el mercado, mutilando y “tijereteando” la obra de uno
de los autores peruanos más universales.
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